Walter Peluffo, alias "El Gordo Postre", había sido parte de la banda de "Los Mataperros" en Mar del Plata. Cuando lo condenaron, fue considerado "reincidente", pero en 2021 recibió salidas transitorias. En 2022 volvió a robar y entonces se fugó a Lanús, donde lo capturaron otra vez por cometer "entraderas" también en esa zona bonaerense.
Primero recibió una condena a 11 años de prisión. Pero no pasó 11 años en prisión. Luego, en diciembre de 2015, se le sumó a esa sentencia una nueva de 8 años más por violentos asaltos en Mar del Plata. Ambas se unificaron y la Justicia lo declaró entonces reincidente, con una pena de 16 años de prisión. Pero tampoco pasó 16 años en prisión: a mediados de 2021 Walter Adrián Peluffo (32) ya gozaba de salidas transitorias y en el verano de 2022 volvió a robar. Pero al sospechar que volverían a detenerlo, se fugó al conurbano bonaerense. Ahora, la policía volvió a atraparlo por cometer una “entradera” en Lanús.
La historia de Peluffo, conocido como “El Gordo Postre”, es una más de tantas que indignan a la sociedad. Porque está probado que es un delincuente y la ley, o su aplicación, o lo que fuere, fallaron una y otra vez.
La banda que “El Gordo Postre” integró en Mar del Plata se hizo conocida en diciembre de 2015 también por un curioso apodo: “Los Mataperros”. El rótulo se desprendió porque en durante uno de los asaltos que cometieron envenenaron a las mascotas de las víctimas.
Cuando después de una extensa pesquisa el fiscal Mariano Moyano y el personal de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) local lograron la detención de tres de los integrantes del grupo, los casos fueron difundidos en la prensa. Se habían reunido entonces numerosas pruebas, entre las que se contaban filmaciones, testimonios y peritajes que comprometían directamente a Peluffo y sus cómplices, Lucas “Chicho” Arcenegui (25), y Marcos Alegría (36). En tanto, Félix “Quique” Sosa y los hermanos de los detenidos Damián Arcenegui (29) y Luis “Oreja” Alegría (34), alias “Oreja”, lograron seguir prófugos.
Entre las pruebas también había escuchas telefónicas en las que quedaba claro que se trataba de una peligrosa banda organizada y dedicada específicamente a cometer robos violentos en inmuebles.
“Locura disculpa que te moleste. Tenemos una casa acá con los locos, una puertita abierta, una viejita, le vamos a caer con el Tucu, vestidos de Correo”, decía por ejemplo uno de los ladrones en una comunicación.
Es que el interlocutor era advertido para monitorear los movimientos de la policía por medio de un handy. También buscaban en internet el teléfono de la casa elegida y llamaban por teléfono. Si atendía una persona mayor, impulsaban el asalto.
Cuando necesitaron matar perros, los mataron. Cuando les fue conveniente maltratar a un anciano hasta arrancarle dientes a trompadas, lo hicieron. Cuando tuvieron que disfrazarse de empleados del Correo y así engañar a una jubilada, también. Y cuando para ganar la confianza de otra anciana la llamaron por teléfono y le dijeron que eran de Infantería, no tuvieron ningún reparo. El dinero era lo único que les importaba.
En una ocasión, Diego Alegría, Marcos Alegría y Walter Peluffo, asaltaron un estudio contable de 14 de Julio al 1000. Pelufo aguardaba a bordo de un Peugeot 208 de color rojo. Los hermanos Alegría aprovecharon que no había nadie en el domicilio y se alzaron con cuarenta mil pesos, seis mil dólares, una notebook, un teléfono celular, una computadora de escritorio, y tres monitores. Quien los asistía telefónicamente era Arcenegui.
Más tarde los dos grupos se juntaron en Ayacucho y Juncal para repartir el botín y fueron vistos por vecinos, que se comunicaron con el 911. Pese a que la policía llegó a los pocos minutos, los delincuentes huyeron, alertados por Arcenegui.
En otra ocasión, los hermanos Alegría fueron a una casa ubicada a sólo una cuadra de la anterior, Strobel 5800, y cometieron un violento asalto contra dos ancianos.
Diego Alegría y Walter Peluffo esperaron afuera, uno en un Chevrolet Corsa y otro en un Peugeot 208; Marcos Antonio Alegría ingresó junto a otros dos individuos aún no identificados y sorprendieron a sus moradores, un hombre de 79 y su esposa de 74 años. Al hombre lo golpearon de manera salvaje y le provocaron la pérdida de dos piezas dentales y lesiones en diversas partes del cuerpo. Luego les robaron 4.500 euros, 500 dólares, 17.000 pesos y otros valores.
En el marco de la investigación de entonces se descubrieron otros hechos con ancianos como víctimas, algunos de ellos también golpeados. En una de las escuchas, se advierte cómo matan a los perros de la casa elegida como blanco de su accionar:
-Estate atento a ver si salta algo porque estamos matando a los perros.
-Sí, qué onda boludo. Porque los perros estos hijos de puta… le dimos veneno, mataperros de todo y nada (…)
Estate atento Chicho que el de afuera ya está muriendo. Ya está ladeándose. Estate atento que ya murió un perro. Ahí vamos a tirarle el veneno al otro. De a poco ya se están muriendo, ya se murió uno, entendés. Faltan que mueran dos más y listo.
Capturas
Durante los allanamientos realizados en ese entonces, en un impactante despliegue policial, fueron secuestrados tres automóviles, 20 teléfonos celulares, equipos de comunicación, siete tarjetas sim, cuatro cámaras fotográficas y otra gran cantidad de objetos robados.
El fiscal Mariano Moyano los acusó de delitos graves a todos, como “asociación ilícita”, “robo doblemente agravado” y “robo triplemente agravado”. Para estas figuras las penas van de 5 a 15 años de prisión, pero como se trata de hechos en concurso material el monto de la condena se acumuló.
En esos operativos fue detenido Lucas Arcenegui, más precisamente en su casa del barrio SOIP, donde tenía su base de operaciones para la escucha de frecuencia policial. Marcos Alegría cayó cuando salía de la casa de su suegra en Talcahuano al 2300. En ese momento se dirigía a buscar a sus hijos a la escuela.
Finalmente, el otro apresado en los almacenamientos fue Walter Peluffo, a quien se lo sorprendió en su casa de Fragata Itatí al 3700. Peluffo, además, estaba prófugo de la justicia por haberse evadido mientras cumplía una pena de once años de prisión.
Reincidente de todo
Después de su procesamiento, a Walter Peluffo la Justicia le impuso una pena de 8 años de prisión por esos últimos hechos. Sin embargo, tras ser declarado “reincidente” le dictaron una pena única de 16 años de cárcel, ya que el Tribunal Oral Nº 1 lo había sentenciado, antes de que se fugara, a otros 11 años de prisión por un hecho previo.
A pesar de todas esas resoluciones, investigaciones y esclarecimientos de hechos, en los últimos días Peluffo fue atrapado nuevamente. Es decir, se hallaba libre. Es cierto: la Justicia no le había otorgado la libertad, pero sí lo había ayudado, de alguna manera, a obtenerla por sí solo.
Según la reconstrucción del operativo que la policía montó en la localidad de San Francisco Solano, Peluffo se hallaba en ese sector del conurbano bonaerense debido a que, a mediados de 2021, había vuelto a fugarse, tras recibir el beneficio de las salidas transitorias del penal de Batán. Inclusive, es investigado en Mar del PLata por un robo ocurrido en enero en el Bosque Peralta Ramos.
Tras una investigación del Gabinete de Análisis y Planificación de Lanús la UFI N°5 de ese partido, a cargo del fiscal de Mariano Leguiza, ordenó el allanamiento y detención de Peluffo y su pareja, una mujer de 24 años también participe de un hecho ocurrido a mediados de junio pasado, en el que resultó victima una jubilada de 82 años y su familia a quienes, tras ingresar por una de las ventanas de la casa, maniataron para luego robarles dinero y objetos de valor.
Otra vez entre las pruebas recolectadas en la investigación figuran las comunicaciones telefónicas que los integrantes de la banda mantuvieron durante el robo, las cuales evidencian el trabajo de inteligencia que realizaban y cómo operaban, incluídos los datos de las otras viviendas marcadas en caso de no poder ingresar en la que estaba prevista inicialmente.
Durante la requisa realizada en la casa ubicada en San Francisco Solano, Quilmes, fueron secuestrados un pistolón calibre 22 largo con municiones, dos Smart TV, tres teléfonos celulares, guantes y precintos y la suma de 40 mil pesos.
Con uno de esos teléfonos (perteneciente a la víctima) la pareja de Peluffo había realizado varias transacciones y compras con las aplicaciones que tenían los datos de tarjetas y cuentas cargados. Los delincuentes se trasladaban en un auto marca Fiat color rojo modelo Argo y un Renault Clio color gris.
“El Gordo Postre” quedó detenido nuevamente.
De Peluffo entonces se podría decir que es “reincidente de todo”, ya que no sólo reincidió en la delincuencia sino también en las fugas. Huyó una vez después de ser condenado a 11 años de prisión en 2013 y recibir el beneficio de detención en el marco de un régimen carcelario abierto, y se fugó nuevamente luego de que lo detuvieran en diciembre de 2015 y la Justicia le dictara, primero una condena a 16 años de cárcel (finalizaba en febrero de 2027), y después le otorgara salidas transitorias.
En total, se sospecha que la banda de Peluffo cometió más de 15 “entraderas” entre Mar del Plata, Balcarce y Miramar, pero solo fueron condenados sus integrantes por nueve de ellas.